Accame,
seguro
estás hasta las pelotas de laburo, pero hacete un hueco y léeme.
Te
estuve llamando pero me da siempre el contestador, ¿seguís con la grabación de
las voces? Qué embole. Me olvidé la libreta en tu casa, estoy tomando notas en
el señalador de mi libro, en los márgenes y hasta en el celular, aunque
prefiero usar lápiz. Se parece un poco a tu idea de cómo publicar los
comentarios editoriales. Quería esperar hasta nuestra reunión de mañana para
preguntarte qué opinabas, pero no me pude aguantar y armé un blog. Con el
nombre de la revista y todo. Ya sé que te parecía mejor armar un Facebook, pero
no te hice caso. No te enojes. Sé que te debería haber consultado, pero te
compré un vino. Un vino bueno. Espero que te guste. El blog, el vino, insisto,
es tremendo. Pasame dibujos y los subo. Yo también te quiero.
*
Con
Accame habíamos mateado durante la tarde y se había vuelto la hora azul que indicaba
pasarnos al vino. Después de revisar todas las góndolas del supermercado –a
Accame le gusta hacer estas cosas de ama de casa-, nos instalamos en su living
sin otro plan que el de emborracharnos despacio. Accame es bien varón, pero
para mi es como una señora con ruleros que mea parada. No nos olvidemos de tus tatuajes rollingas, dice. Nuestras charlas
son todas más o menos como ésta. El
concepto es la anarquía, dice ahora, prácticamente porque sí y apoya el
I-ching sobre la mesita ratona. Se supone que tengo que tirar seis veces las
monedas endragonadas. Me siento como cuando era chica y jugaba con mi abuela a
la generala. Me explica que los resultados impares dibujan líneas enteras y los
pares, partidas. Construyen un hexagrama que se transforma en el dibujo de mi
destino. El oráculo indica 56: 旅/ Lü / El
andariego. Nunca me gustaron los números pares.
Decálogo
utópico de El andariego:
1.
Que sea como crear Uqbar: un esfuerzo de generaciones, un despropósito.
2.
Publicar únicamente textos, notas, ensayos, entrevistas, cuentos, poemas,
haikus, ilustraciones, fotografías y obras del carajo.
3.
No a la publicidad.
4.
No a la censura, pero si a los comentarios editoriales “en vivo”.
5.
Volverla de papel.
6. No
cualquier papel: papel de libro, rugoso y pesado, con colores y agregados
particulares. Un delirio editorial.
7.
Pagarles a todos.
8.
Que sea lo más lindo que viste en tu vida.
9.
Que se parezca a leer un libro escrito por un tifón de locos motivados por un
tema salido de la ruleta del I-ching.
10.
Que genere fans como una banda de rock (buena).